domingo, 16 de septiembre de 2018

Un poco de Jorge Curinao... que lo disfruten...


"La luz envejece en la habitación. Y yo, pidiendo una frase, una sola frase que me sirva de escudo ante tanta fiebre. Eso necesito para no confundirme: un canto distinto al mío. Una plegaria que me dé algo de respiro. Una invocación donde las palabras suenen como cuchillos en el aire. No obstante, eso no sucede. Suceden las mañanas de hombres sin rostros. Los signos del sueño. La luz apagada."
Poema del libro "Otros animales" de Jorge Curinao

Mientras te escribo estas líneas, pienso que tu literatura - es decir - tu forma de vivir, viene de la tradición de los que escriben para conjurar la tristeza, para que el llanto pese menos. Para que el silencio duela menos.

En más de una oportunidad, nos hemos ido por las ramas hasta poder encontrar a los duendes, a los grillos que nadie ve. Nos entusiasmábamos tanto que era imposible no volver a la vida sin una sonrisa en los ojos. Teníamos el cielo y el infierno pegados en la cara.

Ahora, el sol de octubre (no el viento, la herida) abraza al que fuiste, al que sos, te invita a viajar y en tu viaje, todos somos un poquito menos cruel. Un poquito más humanos.

Te abrazo, desde todas mis muertes, y te espero siempre, para seguir charlando de fiuras, de traucos, de perros que cruzan los puentes a las 3 de la mañana.

Algún día, de tanto insistir, saldrán peces de colores.

Entrada del blog "La Chispa Adecuada" de Jorge Curinao


Buenos Aires, martes 6 de mayo de 2008. Montevideo 980, departamento C del séptimo piso, barrio de Recoleta. Voy camino al silencio, al lugar donde vivió mi amada Alejandra Pizarnik sus últimos 3 años. Tan lejos, tan cerca. Tantos años pensando en ella. Tantos días oscuros. No hay placa, ni recordatorio. Mejor así - pienso. De aquí se fue la madrugada del 25 de septiembre de 1972. Aquí escribió. Aquí trabajó. En su Olivetti, en su mesa verde, en su pizarra. Aquí sus discos y sus libros. Aquí sus muñecas. Hablo con personas que dicen haberla conocido. Desconfío. ¿Habrá existido alguna vez? Busco. Pregunto. En el bar El Cisne no creen la historia que les cuento. Los mozos se ríen. Nadie la conoce. Hablo con el dueño y me invita a ir el fin de semana. Se juntan poetas – me dice. No me interesa.

Quiero entrar, pero me da miedo. La contemplo desde abajo. No lo puedo creer. Tomo una y otra foto. Voy y vuelvo. Sigo mi recorrido. Voy hasta el local de la Sociedad Argentina de Escritores, en Uruguay 1371. Lugar donde sus amigos despidieron sus restos. Al entrar me recibe una señora. Le digo que vengo del Sur, de Río Gallegos. Le pido entrar un rato. Me dice que pase. Me lleva al segundo piso. El lugar es diminuto. Respiro hondo. Quiero llorar. Al bajar, la misma mujer me habla de Alejandra. Me tiemblan las piernas. Le dejo un libro de regalo y salgo a la calle. Yo no sé de pájaros.

2 comentarios:

  1. Alejandra la bienamada, la luz, la música de su palabra escrita, sus fantasmas y sus miedos
    y un mundo ajeno a ella a su talento y sensibilidad. Cómo no amarla comparto tus sentimientos
    hacia ella querido Poeta un gran abrazo. Vic

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  2. Un gran escritor, me sorprendo leyendo tanta maravilla
    Patricia Corrales

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