lunes, 13 de diciembre de 2021

Coincidencias



Y una tarde coincidimos. El destino nos hizo encontrarnos en un lugar muy común. 

Por un par de meses coincidimos en ese lugar por varias horas del día. Y nos conocimos. Y me gustó. Por Dios cómo me gustó.

Hablamos cada día de cosas distintas, de cosas simples. Me hacías reír y yo a vos. Esas horas que pasamos juntos fueron las más lindas para mí en esos meses.

E increíblemente un día me dijiste que nos encontremos fuera de nuestro lugar común.
Nunca quise ilusionarme. Pero lo hice.

¿Cómo creer que una persona como vos podría interesarse en mí? ¿Te estaré idealizando? Estoy perdida, lo sé.

Disfruté de tu compañía como suelo disfrutar de los paisajes. Contemplándolos desde lejos, sin tocarlos, sin poder tenerlos. Pero siendo feliz con sólo verlos.

Nunca quise creer que tu invitación tuviera segundas intenciones. Me repetí mil veces que me invitaste porque nos llevamos bien. Porque te gusta charlar conmigo, porque nos reímos y lo disfrutamos. Quise convencerme que para vos yo era sólo una amiga.

Pero llegó el día y nos vimos fuera de nuestro lugar común. Y hablamos y hablamos y hablamos. Quién sabe por cuanto tiempo.

Calmabas mi ansiedad cuando me apresuraba a hablar. Me decías que teníamos tiempo, mucho tiempo. Pero yo sentía que el tiempo volaba. Que se me iban las horas. Parecía que todo pasaba en un instante y yo no sabía cómo hacer para que ese instante fuera eterno.

Sabes que soy ansiosa. Tal vez cuando me invitaste no sabias que hasta que llegara el día de encontrarnos en mi mente iba a imaginar lo que iba a suceder ese día con detalles, con conversaciones. 

No solo viví nuestro encuentro ese día... lo viví todos y cada uno de los días anteriores en mi cabeza. En mi alma.

Pero nada sucedió como lo imaginé. Esa noche, nuestro encuentro fue mucho mejor y mucho peor a la vez de lo que yo había llegado a imaginar.

Pude conocerte más y tal vez intentaba tontamente encontrar algún motivo para que dejaras de gustarme. Pero no lo hallé. 

Esa noche fue hermosa. No sólo porque pude conocerte y sentirme yo misma todo el tiempo. Si no porque luego de varios tragos mis manos pudieron tocar tu cuerpo.

El alcohol hizo que ambos nos soltáramos y en mi interior ardían las ganas de que me vieras como algo más que sólo amigos. 

Bailamos... pude sentir tu cuerpo tan cerca mío... te disfruté. Y agradecí el efecto del alcohol para que me dejaras tocarte. Para poder sentir tu cuerpo junto al mío mientras se escuchaba la música en medio de todo eso.

Después de esa noche reviví en mis manos esa sensación de tocar tu cuerpo una y mil veces.

Sólo me quedaba eso. Revivirla en mi mente.

Pero obviamente no pasó nada más... 

Mientras vos viviste esa noche como una más como habrás vivido miles de noches con amigos y amigas... yo vivía una noche de felicidad. De felicidad plena. Había logrado tenerte más cerca mío. Había logrado tocarte, había logrado conocerte más.

Después de esa increíble noche supe que tenía que olvidarte. Supe que no debía volver a aceptar una invitación tuya. Porque nada iba a cambiar... yo iba a seguir ilusionándome y vos ni lo ibas a notar. ¿De qué iba a servir seguir alimentando esa ilusión?

Pero....  ¿cómo lograr sacar fuerzas para no escribirte? ¿Para tardar en responder tus mensajes? ¿O para rechazar otra invitación? 

Me confundías... por un lado estaba segura que sólo me veías como una amiga, por el otro me invitabas a tu casa. A mí sola. Y no entendía. Me volvía a ilusionar tontamente de nuevo.

Y volví a caer otra vez en esas imágenes tontas que se forman en mi cabeza imaginando el futuro. ¿Por qué haremos siempre lo mismo? Tengo que aprender a vivir más el presente, calmar mi ansiedad e intentar no pensar en lo que va a pasar. 

Te volví a ver y esta vez en tu casa. Solos. Fue una noche tan linda. Me divertí como nunca. Fui feliz estando con vos, haciendo pavadas, compartiendo una linda charla, cantando, bailando. Y sintiendo que eras demasiado para mí todo el maldito tiempo.

Tal vez deba aprender a quedarme con eso y no esperar más. Ahora sé que no puedo aceptar una sola invitación más. No podría salir ilesa de una tercera salida juntos. Porque sé que con una tercera salida ya no habría marcha atrás. 

Es más, creo que ya hoy me va a costar mucho sacarte de mi mente. No puedo dejar de recordar todos y cada uno de los instantes que pasamos juntos. Recuerdo todo con tanto detalle que quisiera perder la memoria ahora mismo y volver a ser la misma que era antes de conocerte. 

Te clavaste en mi mente, en mi corazón. 

Y sólo ruego a Dios que dejemos de coincidir porque sos lo más bello que me tocó vivir...

sábado, 4 de diciembre de 2021

Apuro

 A veces me da un tremendo apuro por vivir.

En un momento estoy bien y al siguiente se me ocurre pensar que todo esto que conocemos llega a su fin. 

Que no importa las casas ni los autos que compremos.... todo todo termina.

Y empiezo a apurarme, a buscar formas de vivir la vida a pleno. Salgo sin importar la hora de regreso, abrazo y beso a mis seres queridos como nunca. Compro y agendo viajes.

Escribo. Y dejo en hojas que nadie va a leer todo lo que siento.

El miedo a que no haya un mañana, a que el mundo que conocemos deje de existir... me lleva a un frenesí. 

Me lleva a un tremendo apuro por vivir.